jueves, 10 de septiembre de 2009

MÁGICA DAMASCO (15-oct)

La mañana la hemos utilizado para gestionar el traslado a Amman, la capital jordana. En la estación de taxi-bus "Somaria Station", y tras negociar (para TODO), hemos conseguido una taxi que nos recoge en el hotel a primera hora de la mañana y realiza el trayecto Damasco-Amman (I/V) por 4500 LS. Una auténtica "ganga".

Pero antes salimos a "desayunar". Recorrimos las callejuelas que se escondían detrás del hotel y dimos con una panadería. El olor de ese pan recién hecho alimentaba. Asi que compramos una torta cada uno y nos la comimos en la cafetería que había justo al lado. Nos llamó la atención las sillas, alineadas, que se observaban en el tejado. Como si se tratara de una zona "vip" desde la que se pudiera observar el día a día de esta maravillosa ciudad.

Por la tarde hemos visitado la Mezquita Omeya. Para ello hay que atravesar el zoco. En el acceso a éste podemos apreciar una estatua ecuestre de Saladino. Describir el zoco de Damasco es… ¿se puede describir el olor, el color, el ruido, el vaivén de la gente…?. En esta primera ocasión lo usamos como forma de acceso a la Mezquita, pero volveríamos para dedicarle una visita más a conciencia.


La Mezquita Omeya. La entrada es de 50LS. El uso de baño público es de 5 LS. Tras disfrutar de la paz que irradia este edificio comenzó a llover. A mi lado se encontraba un fiel. Estaba llorando al tiempo que rezaba. No entendí una palabra. No hizo falta. Daba gracias a Dios, desde lo más profundo de su corazón, por el agua que estaban recibiendo. Hacía tiempo que no me emocionaba de esta manera.

Aprovechamos para dar un paseo por el zoco. Gente sentada en el suelo (sobre todo mujeres), comisionistas que te invitan a pasar a su establecimiento a tomar un té. Había oído hablar de ellos y tenía curiosidad por su forma de regateo, así que acepté la invitación de uno de ellos. Hablamos de la relación entre Siria y otros países. Me comentó que el turismo es un fenómeno relativamente reciente. Tomamos ese té, me ofreció fulares y plata. No compré y me fui. Son realmente pesados y agresivos como vendedores.

En el exterior los taxistas se amontonaban ofreciendo sus servicios. ¡welcome!, ¡welcome!. Cualquier ruta es posible. Cualquier precio negociable. El tráfico es, simplemente, “caótico”. Decenas de furgonetas tipo “vanette” hacen las veces de improvisados microbuses. La manera de distinguir el trayecto que realizan es por el color del letrero exterior. El pitido es incesante. Llaman tu atención y un gesto es suficiente para que aminoren la marche, en cualquier sitio, y subas o bajes prácticamente en marcha . Su precio es de 10 LS.

Es fascinante sentarse un rato y observar a la gente, totalmente distinta en indumentaria y hábitos. Cruzan la calle por cualquier sitio, se sientan en el suelo a charlar.
La tradición más arraigada se mezcla con las tendencias más vanguardistas. Pañuelos y velos en la cabeza se combinan con unos ajustadísimos vaqueros y camisetas.
Los coches carecen del más básico sentido de la estética. No creo que un chapista pueda ganarse la vida en un país como Siria. Reparaciones visiblemente caseras “decoran” prácticamente todos los vehículos. Me acuerdo de las palabras de mi amigo Abdul. El sirio tiene un sentido de la estética distinto al europeo. Casas no terminadas o cuasi derruidas se “reverencian” cada día un poco más.

Y una curiosidad que considero digna de mención. He visto actual a la grúa municipal. Recorre la calle en ambos sentidos. Durante el primero advierte a los usuarios de su presencia. Durante el segundo “engancha” a los más despistados. El sistema de enganche es el que hubo aquí hace años, con unos ganchos a la barra de dirección. Lo más curioso es que si tiene el freno de mano accionado “ataca” la puerta en la parte superior con un destornillador (eso si, pone un trapo para no rayar la pintura) dejando un espacio por el que introduce una varilla que levanta el “pestillo” interior. Abre la puerta y “suelta” el freno de mano. Engancha y se va tranquilamente. Y nos quejamos de las de nuestro país…

El sirio es una persona amable, cordial y servicial, pero muy impetuoso. Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención de ellos es su “celeridad” e impetuosidad, que le impide tener la paciencia necesaria como para esperar su turno en una cola.

Esa misma noche cenamos un nutritivo batido de frutas recién exprimidas. Puedes elegir de tamaño “normal”, “big” o “mixed big”. Nos tomamos este último, de 1 litro, por 75 LS.



Es curiosa la devoción que tienen hacia su presidente. Su fotografía se encuentra en todas partes: edificios, balcones, transporte público y privado

LLEGADA (14-oct-2008)

Esta historia, como el resto, comienza en los foros del interné. Ahí conocí a Isabel (Madrid), Concha (Bilbao) y María Jesús (Ciudad Real). Tras varios mail’s nos encontramos a bordo de un avión de la SyrianAir rumbo a Damasco.

Qué decir del estado de mantenimiento interior del avión. Mi mesa extensible “inexistente”, la iluminación interior de “cortesía” inoperante, el tapizado de los sillones… uf! Sin comentarios.
A mi lado se encontraba sentado Abdul, un simpático sirio que regresaba a casa. Él trabaja y vive en Bilbao. Su mujer, española, vive y trabaja en Siria. Lo primero que hizo (lo más acertado) fue despreocuparme del estado “interno” del avión. Me comentó, y pude comprobar a lo largo de todo el viaje, que el sentido sirio de la “estética” difiere totalmente del nuestro. Sin embargo se invierte en seguridad. “Los pilotos sirios son considerados como los mejores del Mundo” apuntilló Abdul.

La llegada al aeropuerto internacional de Damasco fue “impactante”. Un aeropuerto hecho a “cachos”, sin terminar, que estaba siendo reparado por una cuadrilla de orientales (la versión siria de nuestros “chiquipayos”). Gente, mucha gente sentada y tumbada en el suelo, como establecidos en el lugar, a la espera de no sé muy bien qué.

En una pequeña oficina de cambio ubicada en el mismo aeropuerto pudimos cambiar unos cuantos cientos de euros en libras sirias para establecer el primer bote del viaje. Descubrí que en este país no tienen, en absoluto, el sentido de cola y turno como nosotros lo entendemos. Es atendido primero el que dé el empujón o codazo más fuerte y se adelante a la ventanilla.

A las afueras del aeropuerto nos encontramos numerosos taxis que te ofrecen el trayecto hasta Damasco. Nosotros optamos por coger el autobús (saliendo a la derecha). Nos pidieron por el trayecto hasta una parada en las afueras 45 LS por persona más 45 LS por maleta.

Y empezamos a “integrarnos” en la dinámica siria. La salida prevista en 3 minutos se demoró hasta los 30, ya que hubo que esperar a que el autobús tuviera un número aceptable de pasajeros.

Nos alojamos en el Hotel Al-Majad, en el centro de Damasco. A pesar de que llevábamos reserva intentaron incrementarnos el precio. Nos resistimos y terminamos en el sótano, en una especie de zulo con un olor insoportable a humedad y baño árabe (plato de cerámica con agujero). A mi, en cierto modo, me daba lo mismo, pero a una chica le puede resultar “incómodo”. Tras presionar en recepción conseguimos una habitación triple con “baño europeo” para ellas y una simple “árabe” para mi. Antes de ir a dormir salimos a tomar una “cervecita”. No fue sencillo, pero encontramos un bar en cuya terraza, y desde la que teníamos unas preciosas vistas de la capital, no sólo tomamos unas fresquitas birras con distintos sabores (manzana, frambuesa…) si no que nos deleitaron con algunas canciones de Julio Iglesias. ¿Tanto se notaría nuestra procedencia?