La Mezquita Omeya. La entrada es de 50LS. El uso de baño público es de 5 LS. Tras disfrutar de la paz que irradia este edificio comenzó a llover. A mi lado se encontraba un fiel. Estaba llorando al tiempo que rezaba. No entendí una palabra. No hizo falta. Daba gracias a Dios, desde lo más profundo de su corazón, por el agua que estaban recibiendo. Hacía tiempo que no me emocionaba de esta manera.
Aprovechamos para dar un paseo por el zoco. Gente sentada en el suelo (sobre todo mujeres), comisionistas que te invitan a pasar a su establecimiento a tomar un té. Había oído hablar de ellos y tenía curiosidad por su forma de regateo, así que acepté la invitación de uno de ellos. Hablamos de la relación entre Siria y otros países. Me comentó que el turismo es un fenómeno relativamente reciente. Tomamos ese té, me ofreció fulares y plata. No compré y me fui. Son realmente pesados y agresivos como vendedores.
Es fascinante sentarse un rato y observar a la gente, totalmente distinta en indumentaria y hábitos. Cruzan la calle por cualquier sitio, se sientan en el suelo a charlar.
La tradición más arraigada se mezcla con las tendencias más vanguardistas. Pañuelos y velos en la cabeza se combinan con unos ajustadísimos vaqueros y camisetas.
Los coches carecen del más básico sentido de la estética. No creo que un chapista pueda ganarse la vida en un país como Siria. Reparaciones visiblemente caseras “decoran” prácticamente todos los vehículos. Me acuerdo de las palabras de mi amigo Abdul. El sirio tiene un sentido de la estética distinto al europeo. Casas no terminadas o cuasi derruidas se “reverencian” cada día un poco más.
Y una curiosidad que considero digna de mención. He visto actual a la grúa municipal. Recorre la calle en ambos sentidos. Durante el primero advierte a los usuarios de su presencia. Durante el segundo “engancha” a los más despistados. El sistema de enganche es el que hubo aquí hace años, con unos ganchos a la barra de dirección. Lo más curioso es que si tiene el freno de mano accionado “ataca” la puerta en la parte superior con un destornillador (eso si, pone un trapo para no rayar la pintura) dejando un espacio por el que introduce una varilla que levanta el “pestillo” interior. Abre la puerta y “suelta” el freno de mano. Engancha y se va tranquilamente. Y nos quejamos de las de nuestro país…
El sirio es una persona amable, cordial y servicial, pero muy impetuoso. Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención de ellos es su “celeridad” e impetuosidad, que le impide tener la paciencia necesaria como para esperar su turno en una cola.
Esa misma noche cenamos un nutritivo batido de frutas recién exprimidas. Puedes elegir de tamaño “normal”, “big” o “mixed big”. Nos tomamos este último, de 1 litro, por 75 LS.
Es curiosa la devoción que tienen hacia su presidente. Su fotografía se encuentra en todas partes: edificios, balcones, transporte público y privado